Es 20 de Abril de 2021. Ayer cerro el precio de una tonelada de soja, crecida en nuestro país con un paquete tecnológico que se instauro en los 90’s, en US$ 532.69 (un 75% mas que hace 13 meses para ser correctos).

Desglosemos el párrafo anterior.

Mas allá de que la mayoría de los ciudadanos argentinos conocen la palabra soja como también el concepto paquete tecnológico, sucede como si apareciera una cortina de humo detrás de la realidad que repetimos con nuestras palabras. O incluso detrás mismo de nuestra capacidad innata de sobrevivir en este planeta.

Siendo la era del desarrollo (y evolución?) tecnológico creo que ya no hay excusas para seguir siendo cómplices de lo nefasto. El cambio colectivo es inminente. 

Sean o no de las noticias, hay verdades que no podemos seguir ignorando si hemos de realmente evolucionar junto con el planeta. Son verdades de las que nadie tiene que convencernos. Cómo de que necesitamos agua Y LIMPIA para vivir. Agua que se desusa en industrias que ni siquiera producen alimento para seres humanos, cuando tan bien sabemos que hay millones muriendo de hambre en el mundo.

Hace decenas de años.

Se me vacía el corazón cuando pienso en la posibilidad de comprender y a su vez la de ser indiferente que tenemos. O tal vez sea que todavía no comprendemos verdades que nuestros antepasados conocían muy bien. Esas verdades que todavía rigen pero que elegimos no considerar. 

La naturaleza esta ahí, todo el tiempo, mostrándonos que los ritmos no se pueden doblar a piacere. 

No al menos, sin consecuencias.

La soja es un grano modificado genéticamente, rociado con agrotoxicos que se siembra para alimentar a animales rumiantes (que solían comer hierbas) que viven en condiciones insalubres, que se usan para alimentar a humanos.

El paquete tecnológico es parte de nuestra vida, consumamos este tipo de alimentos o no, porque la industria del agronegocio no por nada tiene su nombre. Funciona, pero humildemente creo que no en nuestro beneficio.

Estimo un 90% de los alimentos que se producen son a través de este sistema que no solo NO permite que crezcan otras plantas: las “buenezas” como decía Bárbara S. Drausal en su libro con el mismo nombre, las cuales son benéficas para la salud de todos los seres (nosotros y los microscópicos que están en la tierra también). Este proceso a su vez contamina y extermina la vida que hay en la tierra y en las aguas que se usan para regarlas. 

Tierras que pierden casi completamente su capacidad productiva luego de estas prácticas. Aguas que de alguna manera pasan por nuestras canillas también.

Es tragicómico pensar la elección constante de mirar para otro lado, cuando estamos completamente empantanados de comodidad. Y si es 4.20 y reflexionamos.

  En todo este relato no incluimos al consumo de petróleo, que seria el otro participante de este juego, que tampoco es utilizado conscientemente por nosotros sus usuarios. 

Como vemos que hay muchas cosas de las que hablar. 

Como las políticas, en este caso agrarias, que nuestros dirigentes imponen sin nuestro consenso, o falta de participación. Cómo puede ser que desde los 90’s hayan(mos) elegido la intoxicación del pueblo a cambio de dinero? Digo intoxicación como digo la enfermedad. Y como digo enfermedad digo la dupla multimillonaria Bayer-Monsanto que no hace tanto fue noticia. 

“Sólo cuando el último árbol esté muerto, el último río envenenado, y el último pez atrapado, te darás cuenta que no puedes comer dinero.” Sabiduría indo americana extraída de un texto que escribió el Jefe Seattle en 1855 al Jefe Washington.

También les dijo: “Por eso consideraremos su oferta de comprar nuestras tierras. Más, ello no será fácil porque estas tierras son sagradas para nosotros. El agua centelleante que corre por los ríos y esteros no es meramente agua sino la sangre de nuestros antepasados”. 

Eso es por lo que vivimos. 

Es 20 de Abril de 2021. Ayer cerro el precio de una tonelada de soja, crecida en nuestro país con un paquete tecnológico que se instauro en los 90’s, en US$ 532.69 (un 75% mas que hace 13 meses para ser correctos).

Desglosemos el párrafo anterior.

Mas allá de que la mayoría de los ciudadanos argentinos conocen la palabra soja como también el concepto paquete tecnológico, sucede como si apareciera una cortina de humo detrás de la realidad que repetimos con nuestras palabras. O incluso detrás mismo de nuestra capacidad innata de sobrevivir en este planeta.

Siendo la era del desarrollo (y evolución?) tecnológico creo que ya no hay excusas para seguir siendo cómplices de lo nefasto. El cambio colectivo es inminente. 

Sean o no de las noticias, hay verdades que no podemos seguir ignorando si hemos de realmente evolucionar junto con el planeta. Son verdades de las que nadie tiene que convencernos. Cómo de que necesitamos agua Y LIMPIA para vivir. Agua que se desusa en industrias que ni siquiera producen alimento para seres humanos, cuando tan bien sabemos que hay millones muriendo de hambre en el mundo.

Hace decenas de años.

Se me vacía el corazón cuando pienso en la posibilidad de comprender y a su vez la de ser indiferente que tenemos. O tal vez sea que todavía no comprendemos verdades que nuestros antepasados conocían muy bien. Esas verdades que todavía rigen pero que elegimos no considerar. 

La naturaleza esta ahí, todo el tiempo, mostrándonos que los ritmos no se pueden doblar a piacere. 

No al menos, sin consecuencias.

“Sólo cuando el último árbol esté muerto, el último río envenenado, y el último pez atrapado, te darás cuenta que no puedes comer dinero.”

Sabiduría indo americana extraída de un texto que escribió el Jefe Seattle en 1855 al Jefe Washington.

La soja es un grano modificado genéticamente, rociado con agrotoxicos que se siembra para alimentar a animales rumiantes (que solían comer hierbas) que viven en condiciones insalubres, que se usan para alimentar a humanos.

El paquete tecnológico es parte de nuestra vida, consumamos este tipo de alimentos o no, porque la industria del agronegocio no por nada tiene su nombre. Funciona, pero humildemente creo que no en nuestro beneficio.

Estimo un 90% de los alimentos que se producen son a través de este sistema que no solo NO permite que crezcan otras plantas: las “buenezas” como decía Bárbara S. Drausal en su libro con el mismo nombre, las cuales son benéficas para la salud de todos los seres (nosotros y los microscópicos que están en la tierra también). Este proceso a su vez contamina y extermina la vida que hay en la tierra y en las aguas que se usan para regarlas. 

Tierras que pierden casi completamente su capacidad productiva luego de estas prácticas. Aguas que de alguna manera pasan por nuestras canillas también.

Es tragicómico pensar la elección constante de mirar para otro lado, cuando estamos completamente empantanados de comodidad. Y si es 4.20 y reflexionamos.

  En todo este relato no incluimos al consumo de petróleo, que seria el otro participante de este juego, que tampoco es utilizado conscientemente por nosotros sus usuarios. 

Como vemos que hay muchas cosas de las que hablar. 

Como las políticas, en este caso agrarias, que nuestros dirigentes imponen sin nuestro consenso, o falta de participación. Cómo puede ser que desde los 90’s hayan(mos) elegido la intoxicación del pueblo a cambio de dinero? Digo intoxicación como digo la enfermedad. Y como digo enfermedad digo la dupla multimillonaria Bayer-Monsanto que no hace tanto fue noticia. 

“Sólo cuando el último árbol esté muerto, el último río envenenado, y el último pez atrapado, te darás cuenta que no puedes comer dinero.” Sabiduría indo americana extraída de un texto que escribió el Jefe Seattle en 1855 al Jefe Washington.

También les dijo: “Por eso consideraremos su oferta de comprar nuestras tierras. Más, ello no será fácil porque estas tierras son sagradas para nosotros. El agua centelleante que corre por los ríos y esteros no es meramente agua sino la sangre de nuestros antepasados”. 

Eso es por lo que vivimos.