En Cualquier cocina
de cualquier lugar
Año 2022 • Texto e Imágenes: Catalina Torres
Las cocinas son tan esclavas como emancipadoras, es lo primero en lo que pienso cuando trato de escribir para Brote.
Soy cocinera, no es fácil escribir, preferiría seguir con las cascaritas de naranjas confitadas que ando haciendo por estos tiempos. Busco dentro mío todo lo que tengo para decir sobre las cocinas, los alimentos, el hambre, las industrias, en comer, en dar de comer, en las semillas, en los restaurantes, en el fuego. Pienso también en la fantástica cocina de mi abuela. En la Hilda, cortita, cordobesa, panzona un rosario entre dos pechos enormes. Cocinaba mientras cuidaba de mí. Mi juego favorito era la cocinita, una taza llena de lentejas, garbanzos, una zanahoria y hojas de puerro eran de verdad, una tabla, un cuchillo plateado de untar, un filo creado por la fricción que yo ejercía sobre el piso de ladrillo un filo intuitivo.
Pienso en la cocinera de un hotel en Camboya “Niu”, nunca aprendí a pronunciar su nombre, no había lengua común entre las dos; una flaquita de dieciséis años, me tiraba de los brazos hacia abajo; me tironeaba y se reía. Había que sentarse en el piso para picar ajo, así lo hacen por allá; a mí no me salía. Aprendí como una marioneta el menú del lugar, siempre al mando de Niu, agarrando mis muñecas. El dueño era suizo y alcohólico; los clientes, ingleses acompañados de trabajadoras sexuales camboyanas. Había que preparar La Raclette, yo solo quería llorar y vomitar, mi titiritera, quién tampoco logró nunca pronunciar mi nombre me miró y como imanes nos abrazamos por un largo rato.
Pienso en la cocina de un Hotel en Indi. Yo era huésped. Ellos tres, eran como niños grandes, una familia. Italia había sido mi último lugar. Llegan otros huéspedes, italianos. Me vienen a buscar avergonzados a la habitación, tenía que cocinar. Había viajeros que cruzaban fronteras, pero, querían comer spaguetti al pomodoro. Busco algo para atar mi pelo, me esperaba toda la familia y los vecinos, yo tenía la clave, la receta para agradar a los turistas. En la mesada había azúcar, sal, comino, cardamomo, canela, pimienta, red chili powder. No había heladera, ni agua potable. No había parmesano, había aceite de mostaza. Los spaguettis tampoco estaban. Había ojos que esperaban aprender, nada que tuvieran que aprender, en realidad. Mi plato terminado les parecía soso, eran noodles con tomate sin sabor; a los italianos creo que les gusto. Si conseguíamos una buena reseña, la tarea estaba hecha. Hicimos mucho más que eso.
Escribo estos relatos que me hacen reflexionar en todo lo que sucede en cualquier cocina. Pienso que, muchas de las respuestas a preguntas que nos hacemos o viceversa, pueden encontrarse allí; en cocinar, que es en definitiva una relación profunda y casi cotidiana que tenemos con la naturaleza, naturaleza que incluye a la humanidad.
Catalina Torres
Catalina Torres es cocinera, viajera y artista plástica de a ratos. Por 8 años estuvo a cargo de un comedor escolar en una escuela primaria. Trabajo en la cocina del Cirque du Soleil. Por un periodo abrió un restaurante a puertas cerradas en su casa. Trabajó y compartió en cocinas de distintos países, Argentina, Italia, Reino Unido, Malasia, Camboya, Brasil, Cuba, India, Vietnam. Actualmente coordina talleres de cocina y asesorías a restaurantes y bares.
En Cualquier cocina
de cualquier lugar
Año 2022 • Texto e Imágenes: Catalina Torres
Las cocinas son tan esclavas como emancipadoras, es lo primero en lo que pienso cuando trato de escribir para Brote.
Soy cocinera, no es fácil escribir, preferiría seguir con las cascaritas de naranjas confitadas que ando haciendo por estos tiempos. Busco dentro mío todo lo que tengo para decir sobre las cocinas, los alimentos, el hambre, las industrias, en comer, en dar de comer, en las semillas, en los restaurantes, en el fuego. Pienso también en la fantástica cocina de mi abuela. En la Hilda, cortita, cordobesa, panzona un rosario entre dos pechos enormes. Cocinaba mientras cuidaba de mí. Mi juego favorito era la cocinita, una taza llena de lentejas, garbanzos, una zanahoria y hojas de puerro eran de verdad, una tabla, un cuchillo plateado de untar, un filo creado por la fricción que yo ejercía sobre el piso de ladrillo un filo intuitivo.
Pienso en la cocinera de un hotel en Camboya “Niu”, nunca aprendí a pronunciar su nombre, no había lengua común entre las dos; una flaquita de dieciséis años, me tiraba de los brazos hacia abajo; me tironeaba y se reía. Había que sentarse en el piso para picar ajo, así lo hacen por allá; a mí no me salía. Aprendí como una marioneta el menú del lugar, siempre al mando de Niu, agarrando mis muñecas. El dueño era suizo y alcohólico; los clientes, ingleses acompañados de trabajadoras sexuales camboyanas. Había que preparar La Raclette, yo solo quería llorar y vomitar, mi titiritera, quién tampoco logró nunca pronunciar mi nombre me miró y como imanes nos abrazamos por un largo rato.
Pienso en la cocina de un Hotel en Indi. Yo era huésped. Ellos tres, eran como niños grandes, una familia. Italia había sido mi último lugar. Llegan otros huéspedes, italianos. Me vienen a buscar avergonzados a la habitación, tenía que cocinar. Había viajeros que cruzaban fronteras, pero, querían comer spaguetti al pomodoro. Busco algo para atar mi pelo, me esperaba toda la familia y los vecinos, yo tenía la clave, la receta para agradar a los turistas. En la mesada había azúcar, sal, comino, cardamomo, canela, pimienta, red chili powder. No había heladera, ni agua potable. No había parmesano, había aceite de mostaza. Los spaguettis tampoco estaban. Había ojos que esperaban aprender, nada que tuvieran que aprender, en realidad. Mi plato terminado les parecía soso, eran noodles con tomate sin sabor; a los italianos creo que les gusto. Si conseguíamos una buena reseña, la tarea estaba hecha. Hicimos mucho más que eso.
Escribo estos relatos que me hacen reflexionar en todo lo que sucede en cualquier cocina. Pienso que, muchas de las respuestas a preguntas que nos hacemos o viceversa, pueden encontrarse allí; en cocinar, que es en definitiva una relación profunda y casi cotidiana que tenemos con la naturaleza, naturaleza que incluye a la humanidad.
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Fanzine Gastronómico y Plataforma Colaborativa: Intercambio de experiencias, conocimientos y miradas en torno a la alimentación.
Con el apoyo de:
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