Desafiar las tradiciones
Agosto 2023 • Texto: Aldana Bisiach • Imágenes: Brote
Suena el despertador con firmeza, entonando en mis oídos esa música infernal que me saca del trance, cuando me vuelvo a apagarlo veo el whatsapp del proveedor de pescado, bajó el precio de la lubina, subió el de la ventresca, "te confirmo los diez lomos de salmón". Si alguien me hubiese dicho hace seis años que iba a terminar limpiando pescado, transando con el proveedor los precios de las nuevas especies adquiridas, no se lo hubiese creído ni con suerte.
Por ese entonces transitaba las cocinas de sitios escondida en los suburbios de la pastelería, enchastrada en mangas de merengues, bolsones de azúcar y kilos de chocolate para templar, hasta que un día, por obra del destino y quizás un poco la casualidad todo cambió.
El jefe de cocina japonés de un sitio donde trabajaba en Costa Rica, me propuso enseñarme a hacer sushi, a cambio de que le enseñe a hacer postres, el resto de la historia es una premonición que todos sospechamos, nunca volví a los pasteles, y escribo esto con un trozo de snow crab colgando de la mano izquierda. Hacer sushi es un desafío, todos los días, empezando porque para encontrar una oferta de trabajo el término que determina mi oficio, profesión, hobby, y pasión no se incluye dentro de los estándares establecidos: "Se busca Sushiman para.. ", " Se necesita cocinero de sushi.. ".
"pienso en lo fundamental de qué nosotras ocupemos el espacio de deconstruir las tradicciones patriarcales heredadas"
Soy SushiWOMAN, SushiGIRL, cocinera de sushi, al margen de la letra que impone un género, que personalmente me da igual, los filtros de búsqueda nos destronan una vez más. Y entonces, es cuando empiezo a pensar que las casualidades no existen, hace algunos años un reconocido cocinero japonés, coronado con estrellas de estas que se reparten los chef de alta alcurnia, proclamó a viva voz: "Una mujer no debe hacer sushi, porque no puede.
Sus manos son muy calientes, por lo que al tacto terminarían descomponiendo el pescado. También porque por el ciclo menstrual termina modificando a través de la piel el sabor de esa carne, además, si está con el período, el paladar cambia y no sabe identificar cuando un pescado es perfecto para sushi".
Hacer sushi es el devenir estricto de la prolijidad, el enfoque, la concentración, la percepción y el tacto, es personalmente cocinar, con paciencia, amor y detalle, como hacemos todes con todo lo que preparamos, una vez más indistintamente del género, indistintamente de las tradiciones infundadas como lo reproducido por este sujeto.
Es por eso, que pienso en lo fundamental de que nosotras ocupemos el espacio de desconstruir las tradiciones patriarcales heredadas, de lo necesario de trascender y romperlas de alguna forma, para poder reinventarnos y reconstruirnos, para poder darnos la posibilidad de ser lo que queramos ser, sin la imposición de seguir reproduciendo discursos que nos traban y nos dejan fuera.
Por suerte para mi, y para todas, muchas cocineras Japonesas han quebrantado la tradición ancestral que objetó este señor, y han abierto restaurantes y barras de sushi, que son inspiración y la muestra innata de que es posible hacer mucho más sobre lo hecho, por suerte para mi, mi gran maestro oriental nunca fue un déspota patriarca, eligió compartirme sus saberes sin indagar en cuestiones de género. Al final, cocinar se trata de eso, de compartir, más allá de todo.
Aldana Bisiach
Técnica Restaurateur. Hace catorce años que pasa sus días entre hornos, fuegos, tablas y mise en place, desde 2017 vivé una vida itinerante (Costa Rica, Italia, España, Suiza) enfocada exclusivamente al mundillo del sushi, buscando constantemente el equilibrio, cuidando el detalle, e intentando transmitir la tradición occidentalizada.
Actualmente Sushi Girl en Hotel Pachá, Ibiza.
Desafiar las tradiciones
Agosto 2023 • Texto: Aldana Bisiach • Imágenes: Brote
Suena el despertador con firmeza, entonando en mis oídos esa música infernal que me saca del trance, cuando me vuelvo a apagarlo veo el whatsapp del proveedor de pescado, bajó el precio de la lubina, subió el de la ventresca, "te confirmo los diez lomos de salmón". Si alguien me hubiese dicho hace seis años que iba a terminar limpiando pescado, transando con el proveedor los precios de las nuevas especies adquiridas, no se lo hubiese creído ni con suerte.
Por ese entonces transitaba las cocinas de sitios escondida en los suburbios de la pastelería, enchastrada en mangas de merengues, bolsones de azúcar y kilos de chocolate para templar, hasta que un día, por obra del destino y quizás un poco la casualidad todo cambió.
El jefe de cocina japonés de un sitio donde trabajaba en Costa Rica, me propuso enseñarme a hacer sushi, a cambio de que le enseñe a hacer postres, el resto de la historia es una premonición que todos sospechamos, nunca volví a los pasteles, y escribo esto con un trozo de snow crab colgando de la mano izquierda. Hacer sushi es un desafío, todos los días, empezando porque para encontrar una oferta de trabajo el término que determina mi oficio, profesión, hobby, y pasión no se incluye dentro de los estándares establecidos: "Se busca Sushiman para.. ", " Se necesita cocinero de sushi.. ".
"pienso en lo fundamental de qué nosotras ocupemos el espacio de deconstruir las tradicciones patriarcales heredadas"
Soy SushiWOMAN, SushiGIRL, cocinera de sushi, al margen de la letra que impone un género, que personalmente me da igual, los filtros de búsqueda nos destronan una vez más. Y entonces, es cuando empiezo a pensar que las casualidades no existen, hace algunos años un reconocido cocinero japonés, coronado con estrellas de estas que se reparten los chef de alta alcurnia, proclamó a viva voz: "Una mujer no debe hacer sushi, porque no puede.
Sus manos son muy calientes, por lo que al tacto terminarían descomponiendo el pescado. También porque por el ciclo menstrual termina modificando a través de la piel el sabor de esa carne, además, si está con el período, el paladar cambia y no sabe identificar cuando un pescado es perfecto para sushi".
Hacer sushi es el devenir estricto de la prolijidad, el enfoque, la concentración, la percepción y el tacto, es personalmente cocinar, con paciencia, amor y detalle, como hacemos todes con todo lo que preparamos, una vez más indistintamente del género, indistintamente de las tradiciones infundadas como lo reproducido por este sujeto.
Es por eso, que pienso en lo fundamental de que nosotras ocupemos el espacio de desconstruir las tradiciones patriarcales heredadas, de lo necesario de trascender y romperlas de alguna forma, para poder reinventarnos y reconstruirnos, para poder darnos la posibilidad de ser lo que queramos ser, sin la imposición de seguir reproduciendo discursos que nos traban y nos dejan fuera.
Por suerte para mi, y para todas, muchas cocineras Japonesas han quebrantado la tradición ancestral que objetó este señor, y han abierto restaurantes y barras de sushi, que son inspiración y la muestra innata de que es posible hacer mucho más sobre lo hecho, por suerte para mi, mi gran maestro oriental nunca fue un déspota patriarca, eligió compartirme sus saberes sin indagar en cuestiones de género. Al final, cocinar se trata de eso, de compartir, más allá de todo.
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Fanzine Gastronómico y Plataforma Colaborativa: Intercambio de experiencias, conocimientos y miradas en torno a la alimentación.
Con el apoyo de:
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